De cómo fue la evolución del levante; de cómo el matrimonio igualitario tiene mucho que enseñarle al heterosexual; de cómo las redes sociales eliminan el concepto de “ex”; de cómo el porno se volvió una amenaza para los amantes.
Una actualización de los protocolos sexuales para la vida 2.0
// Por Nicolás Artusi
Cada vez más enredados, descubrimos una nueva zona erógena en nuestro cuerpo: el teléfono. El placer táctil de acariciar una pantalla se extiende a otras partes de la anatomía con infinitas terminales nerviosas y el hormigueo ahí, sí, justo ahí, sugiere lo que confirma el LED de 32 pulgadas: “¡Estalló la primavera!”. Acumulamos contactos con la retórica de un agente secreto (“contactos”, ya no “amigos”) y alumbramos fantasías de popstars o candidatos en campaña: la dignidad personal se mide en cantidad de “seguidores”. Rodeados de aparatos, necesitamos un manual de instrucciones para la vida cotidiana: los usos y costumbres de la era moderna redefinen el ciclo vital de una relación amorosa, pero sería un error pensar que sólo la vuelve más líquida: el matrimonio igualitario demostró que el vínculo puede tornarse más sólido. En el mes del amor, teoría y práctica de los nuevos protocolos románticos. O cómo la modernidad se cuela entre nuestras sábanas y encuentra nuevas formas para el levante, la pareja, la separación y el duelo. O la venganza, si fuera cierto que en el amor, en la guerra y en la red todo vale.