
ILUSTRACION: NICOLAS BOLASINI.
Souvenir: recuerdos de viaje
En busca del tiempo perdido, un aluvión de porteños nostálgicos cruzan el río. “No estoy de acuerdo con eso de que Montevideo es como Buenos Aires hace treinta años”, me dice durante una charla de café uno de los actores uruguayos más famosos en la Argentina. Yo tampoco. La ciudad que, orgullosa del mar y del río, puso balnearios ahí donde nosotros amontonamos contenedores portuarios tiene méritos que exceden la comparación mezquina. “Es una ciudad con sus propios tiempos”, me retruca él, que justamente se hizo conocido gracias a una publicidad en la que estaba congelado en la década del 80. Tiene razón. Los porteños somos paternalistas con Montevideo: nunca terminamos de tomarla en serio y, como narcisistas irrecuperables, la definimos a partir de nosotros mismos, en un soliloquio interminable de yo, me, mi, conmigo. Sigue leyendo