El eterno reciclado de las obras culturales y la obsesión por reversionar el pasado.
Líneas de tiempo: corresponsal cultural
Joven pero ya avinagrada, Kate Battista es una maestra sarcástica y descarriada que tiene un padre médico y un problema grave: él quiere casarla con su ayudante ruso para que no sea deportado. En el matrimonio por conveniencia hay un conflicto romántico y en la semejanza, ninguna coincidencia: la novela Vinegar Girl, recién publicada en los Estados Unidos, es una versión moderna de La fierecilla domada, el sainete de William Shakespeare que es una de las comedias más famosas de la historia. A cuatrocientos años de la muerte del Bardo, el proyecto Hogarth Shakespeare invita a varios de los autores más populares de hoy a reescribir las obras más icónicas del ayer, como la estadounidense Anne Tyler, que convirtió a la indomable Catalina en Kate, o el oscuro noruego Jo Nesbø, que en su versión de Macbeth actualiza una frase célebre en la era del terrorismo globalizado: “Es menor un peligro real que un horror imaginario”. En el homenaje, el proyecto resume un fenómeno de época: el eterno reciclado de las obras culturales y la obsesión por reversionar el pasado. Sigue leyendo