La vuelta a la democracia marcó el inicio de una movida joven, under y muy rockera. Un repaso cultural por la década del destape, bajo la mirada atenta de uno de los ex editores más emblemáticos del suplemento Sí! de Clarín.
Qué quedó de la década del ’80

// Por Nicolás Artusi
“Alfonsín vaticinó meses muy difíciles”: en rigurosos blanco, gris y negro de esos que dejan los dedos manchados de tinta, el título principal del diario Clarín del viernes 12 de abril de 1985 augura presagios oscuros justo en la bisagra de la década. A la derecha, una viñeta anuncia, casi tímida en el contexto de las malas noticias (la caída de un avión en Salta y el secuestro del empresario Enrique Pescarmona): “Sí!, tal el nombre que lleva desde hoy un suplemento especial para los jóvenes que se editará todos los viernes”. En la tapa, un pelilargo Juan Carlos Baglietto posa con un frac a lo Gene Kelly y patenta el fenómeno de la “movida rosarina”. Unos días antes o unos días después, otros dos hechos construirían el encofrado que daría forma a la cultura joven argentina durante casi tres décadas: en plena devoción tanguera de padres y abuelos por Radio Rivadavia, inicia sus transmisiones la esperpéntica FM Rock & Pop; y abre sus puertas Cemento, el templo indiscutido del under. Sangre, sudor y lágrimas: si la primavera democrática airea los guardarropas al calorcito del “destape”, por primera vez en la historia una generación de jóvenes encuentra qué leer, qué escuchar, qué bailar, mientras una urgencia generacional empuja a tomar la calle: “Hay que salir del agujero interior”, arenga el grupo Virus: “Largar la piña en otra dirección”. Sigue leyendo →